El dominio de la mentira y la violencia
Quienes cometen errores utilizan conscientemente la violencia y la mentira para dominar y actuar en beneficio propio.
Continuación del artículo. La verdad sobre el mal y el castigo.
Para lograr el dominio sobre los demás, se suele utilizar la estrategia de hacerles creer que el error o el fracaso radica en no obedecer, por lo que merece un castigo. Al mismo tiempo, se propaga la ilusión de que obedecer traerá recompensas. Ésta es la trampa del mal, conocida como heteronomía. Aquellos que se someten son entonces controlados mediante el condicionamiento, y aquí es donde radica la verdadera violencia del mal.
El mal actúa a través de la violencia y la mentira. Ella proclama: “¡Debes obedecer! ¡Si no obedeces, recibirás castigo! Luego afirma: “Ésta es la única manera de tratar con quienes se niegan a obedecer”. Esta es una inversión de valores.
El mal se manifiesta en la idea falsa que distorsiona la ley divina, buscando la satisfacción de los intereses y el gozo personal a costa del sometimiento de los más simples, sacrificando su tranquilidad y felicidad. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar pensando que somos superiores porque tenemos conocimiento. ¿Y conoces el error del que sabe? ¡Indiferencia! Tener valores y no utilizar los valores para el bien.
En este sentido, ¡nuestro deber, que ya sabéis, se intensifica! La responsabilidad de quienes tienen conocimientos va más allá de simplemente ayudar a quienes tienen menos educación; también deben servir. Reflexiona: ¡El deber de quien sabe es servir a los más simples!
No debemos pensar en aprovechar nuestro conocimiento, sino en cooperar. Debemos utilizar nuestros esfuerzos para difundir este conocimiento y hacer que mucha gente lo entienda. El futuro del mundo reside en la cooperación, no en la competencia.
Cualquier valor nuevo, como la COOPERACIÓN en lugar de la competencia, debe compartirse en todo el mundo para que todos puedan beneficiarse.
Este artículo fue elaborado a partir de una conferencia impartida por Paulo Henrique de Figueiredo. Haga clic aquí a su encuentro.
Continúa en La verdad que te hace libre