El Espíritu Scout de Dibbelsdorf
ardec presenta un caso que sucedió alrededor diciembre de 1761, en la ciudad de Dibbelsdorf – Alemania, cuyos documentos fueron publicados en 1811. El artículo original, escrito por el Dr. Kerner, fue traducido al francés por Alfred Pireaux.
Es otro artículo de interés sobre los hechos espíritas, que siempre ocurrieron en todas partes y en todos los tiempos. Sin embargo, la ciencia aún no estaba preparada para analizarlos seriamente, y menos en el caso de Alemania en ese momento.
A pesar de que los hechos -sabios golpes en una esquina de la casa de los Kettelhut- fueron analizados desde todos los aspectos posibles, llegando al derribo de muros y un profundo boquete, además de confinar a todos los vecinos en sus casas y poner en observación los sospechosos, no se encontró nada. La única respuesta posible nunca fue aceptada, y terminaron procesando y condenando, bajo una confesión coercitiva, a los Kettelhut.
Destacamos la observación de Kardec, siempre quirúrgica en sus palabras:
OBSERVACIÓN: Si prestamos atención a la fecha en que sucedieron estas cosas y las comparamos con lo que sucede en nuestros días, encontraremos en ellas perfecta identidad en la forma de manifestación y hasta en la naturaleza de las preguntas y respuestas. Ni América ni nuestro tiempo descubrieron a los espíritus exploradores, como no descubrieron a los demás, como demostraremos con innumerables hechos auténticos y más o menos antiguos.
KARDEC, RE Ago/1858
Hay, sin embargo, entre los fenómenos actuales y los del pasado, una gran diferencia: estos últimos fueron casi todos espontáneos, mientras que los nuestros se producen casi por voluntad de ciertos medios especiales. Esta circunstancia permitió estudiarlos mejor y profundizar en su causa. A la conclusión de los jueces de que “quizás el futuro nos ilumine en este sentido”, hoy el autor no respondería: “el futuro no nos ha enseñado nada todavía”. Si este autor viviera aún, sabría, por el contrario, que el futuro enseñaba todo y que la justicia de nuestros días, más ilustrada que hace un siglo, no cometería, en relación a las manifestaciones espíritas, errores que recuerdan los de la edad Media. Nuestros propios sabios han penetrado lo suficiente en los misterios de la Naturaleza como para no jugar con causas desconocidas. Son lo suficientemente astutos y no se exponen, como sus antecesores, a una negación de la posteridad, en detrimento de su reputación. Si algo aparece en el horizonte, no corren a proclamar: "Esto no es nada", por temor a que sea un barco. Si no lo ven, se callan y esperan. Esta es la verdadera sabiduría.