¿El Espíritu retrocede o “involucra”?

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No, Spirit nunca retrocede. Siempre avanza, a veces se detiene, pero nunca retrocede. Si vuelve a aparecer, como en el caso de que ya no encaje en la evolución moral de una población y se encarne en otra civilización más atrasada, es porque todavía no ha avanzado moralmente, de hecho.

Dios nos crea simples e ignorantes. Durante los primeros pasos de nuestra evolución, no tenemos conciencia, sino sólo instinto, que es de la Ley de Dios y, por lo tanto, es bueno por definición. El león que mata a la cebra no hace el mal, sino el bien, pues responde al instinto.

Más adelante, cuando entramos en el reino de la conciencia, conquistamos el libre albedrío, es decir, la capacidad de elegir. Con él, empezamos a PROBAR y, del intento, nacen los errores y los aciertos. El que yerra en el intento, no está haciendo el mal, sino el bien, porque está siguiendo las leyes de Dios. El mal consiste sólo cuando el individuo comienza a errar por voluntad, cultivando así las imperfecciones. Al crear una imperfección, el Espíritu sufrirá a causa de ella, por más o menos tiempo, hasta que se dé cuenta del daño que se hace a sí mismo, se arrepienta y quiera sinceramente superar esta imperfección, mediante la expiación.

Por eso, en las obras de Kardec, más de una vez los Espíritus utilizaron la expresión “será doblemente castigado”: no quiere decir que Dios lo castigará más o menos -porque Dios no castiga- sino que, después de adquirir una imperfección, el Espíritu pasará mucho tiempo tratando de deshacerse de él.

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