Ya sabemos lo esencial; ¿Hay alguna razón para dedicarte?

Muchos de nosotros, y me coloco entre ellos, en ciertos momentos nos preguntamos sobre el Espiritismo: “Me parece haber comprendido lo esencial. ¿Qué sentido tiene seguir estudiando? Nadie más parece querer saberlo”.

Mi sugerencia es que, siempre que nos encontremos con falta de respuestas, invoquemos a los buenos Espíritus, a través de la disposición interna de nuestros propios pensamientos. La respuesta, de una forma u otra, no tardará en llegar.

No me considero un médium per se, pero tengo, como todo espíritu encarnado, la capacidad intuitiva. Así que hoy, sin esperar, pensé en: Revista Espírita, agosto de 1865. Les dejo esta maravillosa reflexión del mismo Kardec:

¿Qué enseña el Espiritismo?

“Hay quienes se preguntan qué nuevas conquistas le debemos al Espiritismo. Del hecho de que no dotó al mundo de una nueva industria productiva, como el vapor, se concluye que no produjo nada. La mayoría de los que formulan tal pregunta, sin haberse tomado la molestia de estudiarla, sólo conocen el Espiritismo de fantasía, creado para las necesidades de la crítica, y que no tiene nada que ver con el Espiritismo serio. Por eso no es de extrañar que se pregunten cuál puede ser su lado útil y práctico. Habrían tenido que buscarlo en su origen, y no en las caricaturas que de él hacen quienes sólo están interesados en denigrarlo.

En otro orden de ideas, algunos encuentran, por el contrario, la marcha del Espiritismo demasiado lenta para su gusto. Es asombroso que aún no haya sondeado todos los misterios de la Naturaleza, ni abordado todas las preguntas que parecen caer dentro de su ámbito; les gustaría verlo enseñar cosas nuevas todos los días, o enriquecerse con algún descubrimiento. Como aún no ha resuelto la cuestión del origen de los seres, el principio y fin de todas las cosas, la esencia divina y algunas otras de la misma magnitud, concluyen que no salió del a-be-ce; que aún no ha entrado en el verdadero camino filosófico y que se arrastra en los lugares comunes, porque predica incesantemente la humildad y la caridad. Dicen: “Hasta hoy no nos ha enseñado nada nuevo, porque la reencarnación, la negación de las penas eternas, la inmortalidad del alma, la gradación por períodos de vitalidad intelectual, el periespíritu, no son descubrimientos espíritas per se; por lo que es necesario avanzar hacia descubrimientos más verdaderos y sólidos”.

Al respecto, creemos que debemos presentar algunas observaciones, que tampoco serán nuevas, pero hay cosas que deben repetirse de diferentes maneras.

Es cierto que el Espiritismo no inventó nada de esto, porque no hay verdades verdaderas sino aquellas que son eternas y que, por eso mismo, debieron germinar en todos los tiempos. Pero no es algo haberlos tomado, si no de la nada, al menos del olvido; de un germen que ha hecho una planta viva; de una idea individual, perdida en la noche de los tiempos, o ahogada por prejuicios, habiendo hecho una creencia general; haber probado lo que se hipotetizó; haber demostrado la existencia de una ley en lo que parecía excepcional y fortuito; de una teoría vaga que ha hecho una cosa práctica; de una idea improductiva que ha sacado aplicaciones útiles? Nada es más cierto que el proverbio, "No hay nada nuevo bajo el sol", e incluso esa verdad no es nueva. Así, no hay descubrimiento cuyas huellas y el principio no se encuentren en alguna parte. Por eso Copérnico no tendría el mérito de su sistema, porque el movimiento de la Tierra se había sospechado antes de la era cristiana. Era algo tan simple, pero tenías que encontrarlo. La historia del huevo de Colón siempre será una eterna verdad.

Además, es indiscutible que el Espiritismo todavía tiene mucho que enseñarnos. Es lo que nunca hemos dejado de repetir, porque nunca fingimos que había dicho la última palabra. Sin embargo, dado que aún queda trabajo por hacer, ¿se deduce que aún no ha salido del a-be-ce? Su a-be-ce fueron las mesas giratorias, y desde entonces, nos parece, ha dado unos cuantos pasos; Realmente nos parece que tales pasos fueron grandes en pocos años, si lo comparamos con otras ciencias que tardaron siglos en llegar al punto donde están. Ninguno llegó a la cima en un primer impulso; avanzan, no por la voluntad de los hombres, sino a medida que las circunstancias los ponen en el camino de nuevos descubrimientos. Ahora bien, nadie tiene el poder de mandar estas circunstancias, y la prueba es que cada vez que una idea es prematura, aborta, para reaparecer más tarde, en el momento oportuno.

Pero en ausencia de nuevos descubrimientos, ¿los hombres de ciencia no tendrán nada que hacer? ¿La Química dejará de ser Química si no descubre cada día nuevos cuerpos? ¿Estarán los astrónomos condenados a quedarse de brazos cruzados por no encontrar nuevos planetas? Y así en todas las demás ramas de la ciencia y la industria. Antes de buscar cosas nuevas, ¿no tienes que aplicar lo que sabes? Precisamente para dar tiempo a los hombres a asimilar, aplicar y popularizar lo que saben, la Providencia pone en suspenso la marcha. Hay Historia para mostrarnos que las Ciencias no siguen una marcha ascendente continua, al menos ostensiblemente. Los grandes movimientos que revolucionan una idea sólo operan a intervalos más o menos distantes. No hay, pues, estancamiento, sino elaboración, aplicación y fruición de lo conocido, que es siempre progreso.

¿Podría el Espíritu humano absorber incesantemente nuevas ideas? ¿La Tierra misma no necesita un período de descanso antes de reproducirse? ¿Qué dirías de un maestro que enseña a sus alumnos reglas nuevas todos los días, sin darles tiempo para practicar las aprendidas, identificarse con ellas y aplicarlas? Entonces, ¿sería Dios menos previsor y menos capaz que un maestro?

En todas las cosas, las nuevas ideas deben encajar con las ideas adquiridas. Si estos no están suficientemente elaborados y consolidados en el cerebro; si el espíritu no los ha asimilado, los que queremos implantar allí no echarán raíces. Estaremos sembrando en el vacío.

Lo mismo ocurre con el Espiritismo. ¿Se han aprovechado tanto los adeptos de lo que enseñó hasta hoy, que no tienen nada más que hacer? Son tan caritativos, desprovistos de orgullo, desinteresados, benévolos con sus semejantes; moderaron tanto sus pasiones, que abjuraron del odio, de la envidia y de los celos; finalmente, ¿son tan perfectos que de ahora en adelante será superfluo predicarles la caridad, la humildad, la abnegación, en una palabra, la moralidad? Esta sola afirmación probaría cuánto necesitan todavía estas lecciones elementales, que algunos consideran tediosas y pueriles. Sin embargo, sólo con la ayuda de estas instrucciones, si las aprovechas, podrás elevarte lo suficiente como para ser digno de recibir una enseñanza superior.

El Espiritismo tiene como objetivo la regeneración de la Humanidad: esto es un hecho comprobado. Ahora bien, como esta regeneración no puede operar sino a través del progreso moral, se sigue que su objetivo esencial y providencial es la mejora de cada uno. Los misterios que puede revelarnos son los accesorios. Debido a que nos ha abierto el santuario de todo conocimiento, no avanzaríamos más a nuestro estado futuro si no fuéramos mejores. Para admitirnos en la fiesta de la suprema felicidad, Dios no pide lo que sabemos o lo que tenemos, sino lo que valemos y el bien que hemos hecho. Es, pues, en su perfeccionamiento individual que todo espírita sincero debe trabajar, ante todo. Sólo quien ha dominado sus malas inclinaciones se ha beneficiado realmente del Espiritismo y recibirá su recompensa. Por eso los buenos espíritus, por mandato de Dios, multiplican sus instrucciones y las repiten hasta la saciedad; sólo el orgullo necio puede decir: no necesito nada más. Solo Dios sabe cuándo serán inútiles y solo a él le corresponde orientar la enseñanza de sus mensajeros y adaptarla a nuestro progreso.

Veamos, sin embargo, si fuera de la enseñanza puramente moral los resultados del Espiritismo son tan estériles como pretenden algunos.

1° – Inicialmente, como todos saben, da prueba completa de la existencia e inmortalidad del alma. Es cierto que no es un descubrimiento, pero es por la falta de pruebas sobre este punto que hay tanta gente incrédula o indiferente sobre el futuro; es demostrando lo que no era más que una teoría como triunfa sobre el materialismo y evita sus desastrosas consecuencias en la sociedad. Habiendo transformado la duda sobre el futuro en certeza, es toda una revolución en las ideas, cuyas consecuencias son incalculables. Si los resultados de las manifestaciones se limitaran a esto, estos resultados serían inmensos.

2º - Por la firme creencia que desarrolla, ejerce una poderosa acción sobre la moral del hombre; lo conduce al bien, lo consuela en las aflicciones, le da fuerza y valor en las pruebas de la vida y lo aparta del pensamiento del suicidio.

3º - Rectifica todas las falsas ideas que se han hecho sobre el futuro del alma, sobre el Cielo, el Infierno, las penas y las recompensas; destruye radicalmente, por la irresistible lógica de los hechos, los dogmas de las penas eternas y los demonios; en una palabra, nos revela la vida futura y nos la muestra racional y según la justicia de Dios. Todavía es una cosa de gran valor.

4º- Da a conocer lo que sucede en el momento de la muerte. Este fenómeno, hasta hoy insondable, ya no tiene misterios; ahora se conocen los detalles más pequeños de este pasaje tan temido. Ahora, como todos mueren, tal conocimiento interesa a todos.

5° – Por la ley de la pluralidad de las existencias, abre un nuevo campo a la Filosofía; el hombre sabe de dónde viene, adónde va, para qué está en la Tierra. Explica la causa de todas las miserias humanas, de todas las desigualdades sociales; da las mismas leyes de la Naturaleza como base para los principios de solidaridad, fraternidad, igualdad y libertad universales, que se basaban únicamente en la teoría. Finalmente, arroja luz sobre las cuestiones más arduas de la Metafísica, la Psicología y la Moral.

6º – A través de la teoría de los fluidos periespirituales, da a conocer el mecanismo de las sensaciones y percepciones del alma; explica los fenómenos de doble vista, visión a distancia, sonambulismo, éxtasis, sueños, visiones, apariciones, etc.; abre un nuevo campo a la Fisiología y la Patología.

7º - Probando las relaciones existentes entre el mundo corpóreo y el espiritual, muestra en este último una de las fuerzas activas de la Naturaleza, un poder inteligente, y revela la razón de una parte de los efectos atribuidos a causas sobrenaturales que alimentaron la mayoría de las ideas supersticiosas. .

8º - Revelando el hecho de las obsesiones, da a conocer la causa, hasta entonces desconocida, de numerosas afecciones sobre las cuales la Ciencia se había equivocado en detrimento de los enfermos, y da los medios para curarlas.

9º – Hacernos conscientes de las verdaderas condiciones de la oración y de su modo de acción; revelándonos la influencia recíproca de los espíritus encarnados y desencarnados, nos enseña el poder del hombre sobre los espíritus imperfectos para moralizarlos y rescatarlos de los sufrimientos inherentes a su inferioridad.

10 – Dar a conocer la magnetización espiritual, que era desconocida, abre un nuevo camino al magnetismo y trae un nuevo y poderoso elemento de sanación.

El mérito de una invención no está en el descubrimiento de un principio, casi siempre previamente conocido, sino en la aplicación de ese principio. La reencarnación, sin duda, no es una idea nueva, tanto como el periespíritu, descrito por São Paulo bajo el nombre de cuerpo espiritual, ni siquiera la comunicación con los espíritus. El Espiritismo, que no se jacta de haber descubierto la Naturaleza, busca cuidadosamente todas las huellas que puede encontrar, de la antecedencia de sus ideas, y cuando las encuentra, se apresura a proclamarlas, como prueba en apoyo de lo que propone. Quienes, por tanto, invocan esta anterioridad para denigrar lo que hace, van en contra de su objetivo, y actúan incorrectamente, pues esto podría despertar la sospecha de una idea preconcebida.

El descubrimiento de la reencarnación y del periespíritu no pertenece, pues, al Espiritismo. Se sabe. Pero, hasta su aparición, ¿qué beneficio habían sacado la Ciencia, la Moralidad, la Religión de estos dos principios ignorados por las masas y mantenidos en letra muerta? No sólo las sacó a la luz, las probó y las hizo reconocer como leyes de la Naturaleza, sino que las desarrolló y las hizo fructificar; de ellos ha producido ya numerosos y fructíferos resultados, sin los cuales no sería posible comprender una infinidad de cosas; nos lleva a diario a comprender cosas nuevas, y estamos lejos de agotar esta mina. Teniendo en cuenta que estos dos principios eran conocidos, ¿por qué fueron improductivos durante tanto tiempo? ¿Por qué, durante tantos siglos, todas las filosofías se han topado con tantos problemas irresolubles? Es que eran diamantes en bruto, que había que pulir: eso hacía el Espiritismo. Abrió un nuevo camino para la Filosofía, o mejor dicho, creó una nueva Filosofía que conquista día a día su lugar en el mundo. Entonces, ¿son estos resultados tan nulos que deberíamos acelerar el viaje en busca de descubrimientos más verídicos y sólidos?

En resumen, cierto número de verdades fundamentales, esbozadas por algunos cerebros de élite, y conservadas, en su mayor parte, como en estado latente, una vez estudiadas, elaboradas y comprobadas, de lo estériles que eran, pasan a ser un mina fecunda, de la que surgieron innumerables principios secundarios y aplicaciones, y abrió un vasto campo de exploración, nuevos horizontes para la Ciencia, la Filosofía, la Moral, la Religión y la economía social.

Tales son, hasta hoy, las principales conquistas debidas al Espiritismo, y sólo hemos señalado los puntos culminantes. Suponiendo que tuvieran que limitarse a esto, ya podríamos estar satisfechos y decir que una ciencia nueva, que da tales resultados en menos de diez años, no es acusada de nulidad, porque toca todas las cuestiones vitales de la Humanidad y aporta al conocimiento humano un contingente que no se puede desdeñar. Hasta que estos puntos solos hayan recibido todas las aplicaciones que les son susceptibles, y que los hombres los hayan aprovechado, aún pasará mucho tiempo, y los espíritas que quieran ponerlos en práctica para sí y para el bien de todos, ¿No estarán ociosos?

Estos puntos son tantos focos de los que irradiarán innumerables verdades secundarias, que se trata de desarrollar y aplicar, lo cual se hace a diario, porque a diario se revelan hechos que levantan un nuevo borde del velo. Sucesivamente, y en pocos años, el Espiritismo proporcionó todos los cimientos fundamentales para el nuevo edificio. Ahora depende de sus seguidores poner en práctica este material antes de pedir material nuevo. Dios sabrá suplirlos cuando hayan cumplido su tarea.

Dicen que los espiritistas sólo conocen las bases del Espiritismo. Que sea. Para empezar, pues, aprendamos a deletrear este abecedario, que no es cosa de un día, porque aun reducido a estas solas proporciones, pasará mucho tiempo antes de que hayamos agotado todas las combinaciones y recogido todos los frutos. ¿No quedan más hechos por explicar? Por cierto, ¿los espíritas no tienen que enseñar este alfabeto a los que lo ignoran? ¿Han sembrado la semilla donde han podido? ¿Ya no quedan incrédulos por convertir, obsesionados por sanar, consuelo por dar, lágrimas por enjugar? ¿Tenemos razones para decir que no hay nada más que hacer cuando aún no hemos terminado la tarea, cuando aún quedan tantas heridas por cerrar? Hay oficios nobles que vale la pena conocer mejor y un poco antes que otros.

Aprendamos pues a deletrear nuestro alfabeto antes de querer leer con fluidez en el gran libro de la Naturaleza. Dios sabrá abrirnosla a medida que avanzamos, pero no depende de ningún mortal forzar su voluntad, anticipando el tiempo de cada cosa. Si el árbol de la Ciencia está demasiado alto para que podamos alcanzarlo, esperemos a volar sobre él hasta que nuestras alas crezcan y estén bien unidas, para no tener la suerte de Ícaro.