Volviendo a André Luiz y “Nuestra Casa”

Un corresponsal nuestro destacó la disparidad entre lo que cuenta André Luiz sobre todo el escenario que describe, del mundo espiritual, y lo que dice Allan Kardec, en el pasaje citado, extraído de la Revista Espírita de 1859. Repetimos a continuación los pasajes citados. :

“Mostrou desejo de alimentar-se e foi imediatamente atendida com caldo quente e reconfortante, que lhe calhou gostosamente ao paladar …”

André Luiz – E a vida continua

“O Espirito não experimenta fadiga nem necessidade de repouso ou de nutrição, porque não tem nenhuma perda a reparar. … Os Espíritos inferiores tem todas as paixões e desejos que tinham em vida – e seu castigo é não os poder satisfazer.”

Kardec – Revista Espírita – Abril de 1859

Se faz digno de nota a observação que o livro “E a Vida Continua”, de André Luiz, através da psicografia de Chico Xavier, é o ultimo libro de la serie que comenzó con Nosso Lar. Quiero decir: es interesante que las ideas presentadas por este Espíritu no cambio a lo largo de todas estas publicaciones, que supuestamente reflejan un tiempo determinado, con diversas experiencias y aprendizajes, como ya informó anteriormente. En este punto, ese Espíritu sigue presentando ideas contrarias a lo que formó la Doctrina Espírita, el estudio metodológico de la universalidad de las comunicaciones de los Espíritus.

¿Por qué pasó esto? ¿Por qué, durante todo este tiempo, este Espíritu no aprendió la realidad del mundo Espiritual? Supongo que es razonable aceptar que los Espíritus más iluminados no escandalicen a aquellos que aún se encuentran en las ilusiones de los apegos materiales, hecho por el cual incluso podrían brindar “sopa” a los Espíritus que en ese estado los solicitaran. De ahí, sin embargo, dictar todo un trabajo psicográfico, considerado como “complementario” a la Doctrina, sin esclarecer al lector la realidad de los hechos, va muy lejos.

Dicho esto, procedamos.

Aquí interesa cuidarse de no tomar la excepción como regla, por un lado, y, por otro lado, como regla general, no admitir la excepción. El Movimiento Espírita actualmente toma comunicaciones aisladas, llenas de ideas propias, falsas ideas e ilusiones, como regla de ley natural, mientras que Kardec estudió, en miles de comunicaciones con Espíritus, los fundamentos de este y otros aspectos de la Ley. Natural.

Cuando Kardec dice que el Espíritu no experimenta fatiga ni necesidad de descanso o nutrición, quiere decir que, como un aspecto de ley natural, el Espíritu realmente no tiene NINGUNA de nuestras necesidades físicas, ni emociones, que son del cuerpo, ni dolor. Sin embargo, él mismo se comunicó con varios Espíritus que declararon tales necesidades o sensaciones. En la Revista Espírita de diciembre de 1858, el artículo Sensações dos Espíritos habla un poco de esto, comenzando con una cita de la comunicación de un Espíritu que vino a reunirse con ellos, alrededor de la chimenea, quejándose de tener frío.

Acontece, é claro – e nisto eu insisto em chamar todos ao estudo – que o Espírito, como nós, cria para si próprio as sensações oriundas de seu estado de apego e/ou de sofrimento MORAL - Repito: MORAL! Así como podemos crear dolor y enfermedad a través del cuerpo, a través del proceso psicosomático, el Espíritu doliente o apegado hace lo mismo con su cuerpo espiritual -el periespíritu- con la diferencia de que, para nosotros, el proceso de reversión es más difícil, mientras que , para el Espíritu, todo depende sólo del cambio de su pensamiento.

A través de todo el serio y profundo estudio de Allan Kardec, se evidencia que es -repito- el grado de apego a las cosas materiales y a las falsas ideas, aliado, casi siempre, al sufrimiento moral, lo que crea tales ilusiones al Espíritu, ilusiones estas que son permitidos por Dios, ya que Él no nos hace progresar a golpes, sino que garantiza tiempo y autonomía a cada uno.

Finalmente agrego que este es el gran problema del ME actual: inculcar en las ideas de las masas los APEGOS a la materia, basados no en estudios serios, sino en opiniones aisladas, promoviendo así, en lugar de un despertar del Espíritu, un apego continuado a las ideas de la materia, que SOSTIENE el progreso espiritual, ya que el Espíritu, al salir de la carne, en lugar de verse consciente y buscar evaluar su estado, sus elecciones, etc., al contrario, se pone a pensar si va a Nosso Lar oa Umbral, si va a conseguir una casita para descansar (¡sic!), si va a tomar sopa, si va a comer caldo o la carne que le gustaba... ¿Entiendes el problema?

En fin: es el tiempo y la cabeza de cada uno. Cito el artículo “Sobre los Espíritus que creen vivir todavía”, de la Revista Espírita de 1864:

“No todo es prueba en la existencia; la vida del Espíritu continúa, como os ha sido dicho, desde su nacimiento hasta el infinito; para algunos, la muerte no es más que un simple accidente que no influye en el destino de la persona que muere. Una teja caída, un ataque de apoplejía, una muerte violenta, muchas veces, no hacen más que separar al Espíritu de su envoltura material; pero la envoltura periespiritual conserva, al menos en parte, las propiedades del cuerpo que acaba de sucumbir. En un día de batalla, si pudiera abriros los ojos que tenéis, pero que no podéis aprovechar, veríais continuar muchos combates, muchos soldados subiendo aún al asalto, defendiendo y atacando los reductos; ¡incluso los oirías dar sus hurras! y sus gritos de batalla, en medio del silencio y bajo el velo lúgubre que sigue a un día de carnicería; la lucha ha terminado, regresan a sus hogares para abrazar a sus viejos padres, a sus viejas madres que los esperan. A veces, este estado dura mucho tiempo para algunos; es una continuación de la vida terrestre, un estado mixto entre la vida corporal y la espiritual. ¿Por qué, si fueran simples y sabios, sentirían el frío de la tumba? ¿Por qué iban a pasar abruptamente de la vida a la muerte, del día a la noche? Dios no es injusto, y deja esta alegría a los pobres de espíritu, esperando que vean su estado por el desarrollo de sus propias facultades, y que puedan pasar tranquilamente de la vida material a la vida real del Espíritu”.