Nuestra posición final sobre las adulteraciones en las obras de Kardec
Estamos aquí simplemente para dejar constancia de nuestra posición final sobre el tema de las adulteraciones en las obras de Kardec, que ya no se discute, salvo ante evidencias incuestionables o pruebas irrefutables, algo que ni el “CSI del Espiritismo” producido. Presentamos brevemente los siguientes puntos:
- La cuestión jurídica: El Depósito Legal de A Gênesis recién se realizó en 1872, unos tres años después de la muerte de Kardec; la DL de Cielo e Infierno se hizo unos tres meses después de su muerte. Esto ya es un hecho jurídico suficiente para constituir un delito por distribución de obras alteradas, publicadas después del fatídico suceso, y no hay discusión al respecto, ni, hasta el día de hoy, prueba alguna de que Kardec haya realizado el proceso legal necesario para este.
Este punto es importante, porque, si bien todo lo que allí se publica es en realidad de la mano de Kardec -lo que implicaría que se retractó de sus palabras, quitó principios y formó obras desconectadas en sí mismas y entre sí-, aunque todo lo que allí está es en manos de Kardec, pero ni siquiera podemos estar seguros de que él quisiera que todo eso se publicara, por la mera duda posible de que esas ediciones no estuvieran terminadas. Esto es lo que garantiza los derechos de autor.
Más aún: jurídicamente no importa si se encontraron cartas (una carta) en las que Kardec mencionara la producción de estas nuevas ediciones. Si no hubo Depósito Legal de la obra, por manos de Allan Kardec, se creó un delito contra las leyes vigentes en la época y, dado que el DL era posterior a su época, se creó un delito contra el derecho de autor.
- Si bien la evidencia indica que Kardec estaba finalizando o incluso que habría terminado estas ediciones, nada prueba que las ediciones impresas no han sido manipulados. La duda permanece, además del hecho jurídico indiscutible.
- Además, quedan los hechos probados por la razón, ya discutidos aqui, aqui, aqui, aqui, aqui y aqui.
Por eso, repitiendo siempre nuestro deseo de permanecer en guardia contra el error, preferimos seguir el consejo de Erasto, prescindir de diez verdades para no quedarnos con una sola mentira, un error. Hay dudas y, si hay dudas, la razón nos dice que nos quedemos con los trabajos originales, reeditados por la Editora FEAL, donde no sólo estamos seguros de que todas las comas provienen de las manos de Kardec, sino también donde, a través del estudio, nos damos cuenta de que Las conexiones entre aspectos intrínsecos de las obras mismas y entre sí están intactas y sirven a la razón.
Así, declaramos cerrado el asunto, haciendo esta decisión parte de nuestros principios, no convirtiéndola en escenario de discusiones vacías, hasta que se presenten pruebas fehacientes. Hasta entonces, nos atenemos a lo que nos dice nuestra razón, por nuestra propia voluntad, respetando a cualquiera que, por su razón, llegue a otra conclusión, por extraña que nos parezca.
El grupo.