Religiones y el Nuevo Mundo
Este será un artículo muy sucinto, pero de grandes reflexiones.
Las religiones, por muy alejadas de la verdad por sus dogmas, que pretenden mantener al pueblo en la ignorancia, por la sed de poder y control, tienen sus usos. Por supuesto, todos avanzan -basta comparar, en general, la Iglesia católica de hace 150 años, o incluso mucho menos, con la de hoy- aunque avanzan muy lentamente y sólo cuando se ven obligados a hacerlo, la mayoría de los tiempo. . Con todo ello, siempre han sido receptáculos de una cierta verdad, transmitida a través de los siglos, hasta el momento en que el hombre pudo comprender y avanzar sobre estas ideas.
Es un hecho que, por esta sed de control y dominio, los dogmas creados al efecto han mantenido durante mucho tiempo las conciencias bajo la irreflexión del miedo y la obediencia ciega, pero, una vez más, ha llegado la hora. Miremos las filas de las iglesias: cada día más, se están vaciando. Sin embargo, los que salen de ahí, no encontramos a nadie que dé mejor respuesta, encuentran la única respuesta que existe, que está en el materialismo.
Vivimos exactamente el mismo proceso enfrentado entre los siglos XVIII y XIX, a partir del cual, en poco tiempo (relativamente hablando) veremos surgir un movimiento contrario a todo esto, que busca en el espiritismo la respuesta que ni las religiones ni el materialismo pueden dar. .
Sin embargo, hoy, tenemos una ventaja. Los importantísimos estudios sobre Espiritualismo Racional, de Paulo Henrique de Figueiredo (principalmente), pueden apalancar este proceso; El Espiritismo, esta vez, no necesita nacer de la nada, sino solamente retomar su esencia original, lo que muchos estudios recientes, incluidos los de Paulo, han ayudado mucho a realizar. Estamos mucho más cerca de una revolución de las ideas, que no pasará por la política, que es coercitiva, sino por la voluntad individual, que responde a la razón y al libre albedrío.
Amigo lector, creo que en unas pocas décadas podremos ver un mundo nuevo. Para ello, sin embargo, hay que sacudir los cimientos sociales -esta vez, no por la fuerza, sino por las ideas de caridad y bien y, sobre todo, de autonomía por la voluntad y la razón- y, para ello, depende de cada uno de nosotros estudiar exhaustivamente todas estas fuentes de conocimiento para llevar adelante, en todas las situaciones posibles, y fuera del medio espírita, este conocimiento consolador y transformador.
Y podemos empezar ahora mismo, tejiendo, por ejemplo, propuestas de abordaje de la educación, hoy predominantemente heterónoma, vivida bajo los aspectos del pecado y del castigo, con las propuestas Pestalozzi y Espírita, autónomas en toda su esencia.
Tenemos mucho que hacer. Y este proceso no pretende derogar a las religiones, como nunca lo hizo: pretende, sobre todo, hacer que se fortalezca la verdad que existe en ellas y eliminar lo que hay de errores y falsedades.
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