Aforismos espirituales sobre el suicidio.
– El suicidio es un error, por supuesto. Puede ser el resultado de una gran desesperación, de una total falta de fe en el futuro -el resultado del materialismo- puede ser el resultado de un hábito -cuando se enfrenta a una dificultad elige darse por vencido-, etc., pero el hecho, visto ya en el estudio del primer año de la Revista Espírita (1858), es que no podemos vincular la acción del suicidio a efectos estandarizados, como, por ejemplo, decir que ese espíritu sufrirá en el “valle de los suicidios”(que no es un lugar, como muchos piensan). Cada caso es diferente. Y, al fin y al cabo, es un error, como tantos otros. No hay nada de “pecado mayor” o “crimen mayor” ante Dios. Dios no cobra.
– Recuerdo, finalmente, que el estudio serio de la Doctrina Espírita en su originalidad, alejada de los dogmas religiosos del pecado, de la caída y del castigo, ligada a su inseparable hermana gemela – la ciencia del Magnetismo – llevó y lleva a muchos no creyentes a razonado y recuperar el ánimo para la vida.
– la Doctrina Espírita no es una doctrina de ideas falsas, sino una Doctrina que devuelve al Espíritu la responsabilidad de sí mismo, de su autonomía y de su conciencia.
– Además, creo que la mejor manera de ayudar a alguien en un estado de depresión o abandono es demostrar que:
1. No está siendo castigado por nada. Dolores y tristezas, alegrías y placeres son parte*de importancia*, y todos pasamos por ellos. La felicidad, sin embargo, es la conquista del Espíritu, que camina hacia el bien y la superación, mientras que la infelicidad es el resultado de las imperfecciones, desarrolladas por acciones autónomas y conscientes del Espíritu, ligadas a las sensaciones, placeres y pasiones. Un Espíritu feliz también pasará por el dolor y la tristeza en la carne, pero esto no definirá su estado de felicidad o infelicidad. Por lo tanto, para alcanzar la felicidad y la paz interior, necesitamos aprender y colocarnos, con toda honestidad, bajo constante análisis de nosotros mismos, buscando desvincularnos de aquellos factores que nos llevan a las imperfecciones, recordando que equivocarse y aprender es algo, todos lo hacen en el proceso de aprender, mientras cometer errores y aferrarse a los errores, en un esfuerzo consciente, por placeres y pasiones, es el gran problema.
2. Las dificultades a las que se enfrenta son a veces el resultado de elecciones equivocadas, incluso en esta vida. Otras veces, se plantean como pruebas, con el fin de ayudar a superar una imperfección. De todos modos, son oportunidades que hay que afrontar, y el conocimiento espírita ayuda *demasiado* en este proceso.
3. Interrumpir una vida a través del suicidio directo o indirecto solo causará sufrimiento*moral* durar más, porque, como tiene su origen en las imperfecciones, sólo cesará cuando éstas sean superadas, mediante un esfuerzo autónomo y consciente.
4. Intentar ayudar a alguien a superar las ideas de suicidio a través del miedo, que surge de las ideas falsas, es un error, porque la persona que se cree desafortunada o incluso pecadora ya está desesperada. En cambio, es necesario buscar ayudarla a razonar sobre la utilidad de cada segundo de la vida encarnada para precisamente superar las imperfecciones que le impiden ser verdaderamente feliz.
Hay que tener cuidado y estudiar mucho. Las falsas ideas están ligadas a nuestra educación espírita desde hace más de un siglo, pero no son parte original de la Doctrina.
Finalmente, destaco la pregunta 957, de El libro de los espíritus, que apunta a una conclusión muy importante:
957. ¿Cuáles son, en general, en relación con el estado del Espíritu, las consecuencias del suicidio?
"Las consecuencias del suicidio son muy diversas.. No hay sanciones específicas. y en todos los casos corresponden siempre a las causas que la produjeron. Hay, sin embargo, una consecuencia de la que el suicida no puede escapar: la decepción. Pero la suerte no es igual para todos; depende de las circunstancias. Unos expian la falta inmediatamente, otros en una nueva existencia, que será peor que aquella cuyo curso interrumpieron.”
La observación realmente muestra que los efectos del suicidio no son siempre los mismos. Hay algunas, sin embargo, comunes a todos los casos de muerte violenta y que son consecuencia de la interrupción súbita de la vida. Está, en primer lugar, la persistencia más prolongada y tenaz del lazo que une el espíritu al cuerpo, ya que este lazo está casi siempre en la plenitud de su fuerza en el momento en que se rompe, mientras que en el caso de la muerte natural se desvanece gradualmente. se debilita, y a menudo se disuelve antes de que la vida se extinga por completo. Las consecuencias de este estado de cosas son la prolongación de la perturbación que sigue a la muerte y de la ilusión en la que, durante más o menos tiempo, el Espíritu sostiene que pertenece todavía al número de los vivos. (155 y 165.)